Brevedad de la vida

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Brevedad de la vida

Esta es una de las comparaciones que se han escrito para describir la brevedad de la vida humana.

Aunque estas comparaciones no provienen de la Biblia, expresan la verdad ineludible de que nuestra vida mortal es pasajera. La Biblia se refiere al mismo fenómeno en términos igualmente descriptivos: “Mis días fueron más veloces que la lanzadera del tejedor” (Job 7:6), “más ligeros que un correo... Pasaron cual naves veloces; como el águila que se arroja sobre la presa” (Job 9:25-26).

Si hay algo que no nos gusta aceptar, es nuestra condición de seres físicos compuestos de carne y hueso que envejecemos día tras día. Por eso, la mayoría de las personas viven su vida como si tuvieran por delante un tiempo ilimitado.

Otros en cambio, se aferran a esta vida como su única meta. Algunos llegan al extremo de gastar mucho tiempo y sumas enormes en un esfuerzo desesperado por preservar y prolongar esta vida mediante tratamientos de rejuvenecimiento, dietas especiales, vitaminas, hormonas, etc., pero, en el mejor de los casos, estas medidas sólo sirven para aplazar lo inevitable.

Dios nuestro Creador, el que vive para siempre, el único que tiene vida eterna para dar, quiere que pensemos con frecuencia en la brevedad de la vida.

¿Para qué?

Para que nunca olvidemos nuestra condición mortal y la calidad temporal de la vida.

El profeta Isaías dijo “que todo mortal es hierba, y que toda su gloria es como la flor del campo. La hierba se seca, y la flor se marchita" (Isaías 40:6-7 NVI).

La vida humana aislada de Dios es un fenómeno pasajero, un abrir y cerrar de ojos. Llega y se va. Y no deja ningún beneficio. A menos que....

A menos que comprendamos la importancia de cada día y aprovechemos el tiempo para perfeccionar nuestra relación con Dios.

Como decía el filósofo Séneca, aquel que mejor vive la vida, es el sabio, ya que recuerda sabiamente el pasado, sabe aprovechar el presente y dispone el futuro. Esta unión de los tres tiempos, hace posible que la vida del sabio sea larga; y muy corta la de aquellos que se olvidan del pasado, descuidan su presente y miran al futuro con miedo y temor.

Si somos sabios, no tendremos que preocuparnos ni tendremos ansiedad por la brevedad de nuestra vida.

Como la vida mortal se nos va de las manos, lo sabio, lo sensato, lo racional, es aprovechar este tiempo manteniendo una relación correcta con Dios, de modo que él esté dispuesto a darnos la vida eterna.

No perdamos nuestro tiempo, la clave radica en la conciencia de nuestra actual condición mortal, para que podamos analizar dónde estamos en nuestra vida.

¿Nos hemos desviado, o seguimos el rumbo correcto?

Aprovechemos el presente al máximo, buscando el Reino de Dios y su justicia hoy mismo, como enseñó Jesús, para que podamos tener acceso a la vida eterna.