A donde Dios te guíe

Usted está aquí

A donde Dios te guíe

Todos sabemos que la situación económica es dura en estos momentos; los precios siguen escalando y es difícil encontrar buenos empleos; esto desanima en particular a los jóvenes que terminan sus estudios. Él o ella se podría preguntar: ¿Qué sentido tiene, si de todas formas no puedo encontrar trabajo luego de graduarme?

Sin embargo, recién escuché una plática en la radio sobre un lugar en los Estados Unidos ¡en donde los patrones no pueden hallar suficientes empleados! Están ofreciendo jugosos bonos para logar que alguien comience a trabajar. ¿Cómo puede ser esto posible? Cuando la tasa de desempleo en los Estados Unidos es del seis coma cinco por ciento y muchos solamente trabajan media jornada, ¿por qué habrían de haber buenas vacantes?

La respuesta es: ¡Ubicación! Los lugares que tienen dichos empleos se encuentran en los Estados de Dakota del Norte y Dakota del Sur.

Dakota del Norte ha liderado la creación de nuevos empleos por cinco años consecutivos y los Estados vecinos no están muy rezagados. Esto se debe, principalmente, a la producción de petróleo de esquisto bituminoso. Se puede obtener mucho dinero; sin embargo, hace falta empleados. Así pues, con tanta gente que anda a la búsqueda de empleos, esperando encontrar uno bueno y pidiéndolo en oración, ¿por qué razón no se van a “las Dakotas” a tomar esas oportunidades?

La respuesta es sencillamente la geografía: “Las Dakotas” se encuentran lejos —lejos de casi todo; hace frío en invierno y la vida nocturna no es muy “movida”; las personas no quieren abandonar sus casas, sus familias y amigos para irse a un lugar lejano y desconocido —aun si la prosperidad les aguarda.

Dios ordena mudarse

He aquí una importante lección: Creemos en Dios, le pedimos que nos bendiga, nos provea, ¡y esperamos que todo eso lo haga en el lugar en el que estamos! Sin embargo, la Biblia muestra que Dios —con frecuencia— no obra así.

Génesis, el primer libro de la Biblia, relata la historia de Dios dándole órdenes a Abram para que dejara atrás todo cuanto conocía, que viajara para habitar en una tierra lejana y que allí sería bendecido.

Más adelante, el nieto de Abraham, Jacob, tuvo que partir solo para conseguir un empleo y edificar su fortuna. Luego, todos sus hijos y sus familias se fueron a Egipto para evitar la hambruna. Y, por supuesto, unas cuantas generaciones más tarde, Dios usó a Moisés para conducir a los descendientes de éstos por una larga travesía hacia la Tierra Prometida.

Estas historias muestran que aunque las bendiciones más grandes provienen de Dios, éste a veces hace que las personas vayan a obtenerlas.

Posiblemente no tengas que mudarte a “las Dakotas”, pero todos debemos estar listos y dispuestos a actuar para ser bendecidos. Puedes comenzar estudiando la Biblia y orando pidiéndole a Dios qué hacer.

Dios no exige que todo mundo se mude, pero sí espera que todos estemos listos y dispuestos a seguirlo a dónde él nos guíe.

Fuente: ucg.org