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En estos días parece ser que donde sea que vayas, puedes estar comunicado. ¿Es lo mismo espiritualmente hablando?

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[Darris McNeely] En nuestro mundo, cada vez más digital y conectado por el Internet, ¿crees que puede haber algún lugar en la tierra donde uno pueda ir y no estar conectado?

Solía pensarlo hasta que recientemente realicé un viaje a Kenia en el este de África. Después de visitar a los miembros de la Iglesia de Dios Unida durante la Fiesta de Tabernáculos, hicimos una excursión al área remota de la reserva natural de Masai Mara, para ver por un par de días los grandes animales. Y cuando estábamos saliendo de la reserva y ya manejando de salida en nuestros carros, de regreso a Nairobi, pasando entre las áreas tribales de Masai, estaba sorprendido de lo distante que nos encontrábamos en el este de África. No había cables eléctricos, poblados, nada más que lodo, edificaciones con techos de paja que pertenecían a los miembros de las tribus, sus cabras, su ganado, la gente de las tribus de Masai en el este de África, donde la riqueza se mide por la cantidad de vacas que posees.

Estábamos manejando por este paisaje, y con solo verlo me di cuenta que estábamos en medio de la nada por así decirlo, entonces tomé mi teléfono inteligente, lo encendí y tenía señal digital. De hecho, tenía una muy fuerte señal digital. Me podía conectar al Internet. Esto me enseñó una lección e hizo darme cuenta que en un sentido, sin importar donde nos encontremos en el mundo de hoy, podemos estar conectados.

Esto también fue un recordatorio espiritual de algo que se encuentra en el libro de los Salmos, número 139, donde habla del hecho que no hay realmente ningún lugar al que podamos ir en toda la Tierra y en esta vida y no estar conectados con Dios en los cielos. En Salmos 139:7 se hace la pregunta, “¿A dónde me iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia?” La respuesta es que no hay lugar al que podamos ir y no estar conectados con Dios. Ahí leemos, “Si subiere a los cielos, allí estás tú; y si en el Seol hiciere mi estrado, he aquí, allí tú estás. Si tomare las alas del alba y habitare en el extremo del mar, aun allí me guiará tu mano, y me asirá tu diestra” (Salmos 139:8-10).

Así que aprendí una lección manejando entre el desierto, las áreas desoladas del este de África en las áreas tribales del Masai, que así como podemos estar conectados globalmente por medio del Internet incluso en estas lejanas áreas, podemos estar siempre conectados con Dios sin importar donde nos encontremos espiritualmente – aún alejados, o distanciados de alguna manera en nuestras vidas de Dios nuestro Padre.

Podemos estar conectados con él por medio de la oración, yendo hacia él y pidiéndole ayuda y entendimiento. Esa es la promesa de Dios y esa es su palabra. Es una promesa muy alentadora, una que no queremos olvidar.

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